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viernes, 29 de enero de 2021
miércoles, 2 de septiembre de 2015
DIA MISIONERO EN ORACION
Oración para la mañana

Dígnate ofrecerla a tu Padre celestial por la
santificación de los misioneros, la multiplicación de las vocaciones
apostólicas, la conversión de los no creyentes y la extensión de tu Reino en el
mundo entero.
Maestro Bueno: Bendíceme en este día que
comienza, y haz que yo acepte con alegría los sufrimientos para mayor gloria
tuya. Dame la suficiente generosidad y todo el amor necesario para sonreír en
medio de la prueba, transmitiendo esperanza a los que me rodean. Y cuando la
cruz sea más pesada, dame la fuerza suficiente para responder como tú:
"Padre, hágase tu voluntad".
Ofrecimiento
del día
(Oración de Santa
Teresita del Niño Jesús)
Dios Mío, te ofrezco todas las acciones que
hoy realice por las intenciones del Sagrado Corazón y para su Gloria.
Quiero santificar los latidos de mi corazón,
mis pensamientos y mis obras más sencillas uniéndolo todo a sus méritos
infinitos y reparar mis faltas arrojándolas al horno ardiente de su Amor
misericordioso.
Dios mío, te pido para mí y para todos mis
seres queridos la gracia de cumplir con toda perfección tu voluntad y aceptar
por tu amor las alegrías y los sufrimientos de esta vida pasajera, para que un
día podamos reunirnos en el Cielo por toda la eternidad. Amén.
Oración por los Misioneros
Corazón de Jesús, tiende una mirada hacia
todos aquellos que no te conocen y hacia los trabajos de los misioneros, quienes,
por tu amor, han abandonado su casa, su patria y sus cariños más íntimos.
Bendice sus trabajos y concédeles la gracia de repartir el pan de la divina
Palabra entre los mendigos de la Verdad. Hazles sentir que Tú estás con ellos
en sus trabajos y preocupaciones, y dales la gracia de perseverar hasta el fin
en la vida de abnegación para la que los has escogido: Sagrado Corazón de
Jesús, por amor de tu misma gloria, protege los esfuerzos de tus Misioneros.
Amén.
Oración por las vocaciones
misioneras
Señor Dios, que admites a los hombres al
incomparable honor de asociarlos a Cristo en la obra de la salvación de las
almas, dígnate, te suplico, multiplicar entre nosotros las vocaciones y las
almas verdaderamente apostólicas.
Ensancha tu mirada y dilata nuestros
corazones, para que por encima de intereses y ambiciones terrenas, aspiremos a
triunfos superiores a los de la fuerza, para contribuir todos de esta manera,
según nuestros medios, a la extensión del Reino de Jesucristo. Amén.
Oración por las Misiones
Padre de bondad, Tu que eres rico en amor y
misericordia, que nos enviaste a tu Hijo Jesús para nuestra salvación, escucha
a tu iglesia misionera. Que todos los bautizados sepamos responder al llamado
de Jesús: "Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos".
Fortalece con el fuego de tu Espíritu a todos los misioneros, que en tu nombre
anuncian la Buena Nueva del Reino.
María, Madre de la Iglesia y estrella de la
evangelización, acompáñanos y concédenos el don de la perseverancia en nuestro
compromiso misionero. Amén.
ORACIÓN de SAN FRANCISCO JAVIER
Eterno Dios, Creador de todas las cosas:
acuérdate que tú has creado las almas de todos los hombres haciéndolas a tu
imagen y semejanza. Mira, Señor, cómo por olvidarte, millones viven en la oscuridad.
Acuérdate, Padre celestial, de tu Hijo Jesucristo, que derramando su sangre en
la cruz, padeció por toda la humanidad. No permitas que tu Hijo sea por más
tiempo menospreciado por los que no creen en Él. Escucha los ruegos y oraciones
de tus escogidos los Santos y de la Iglesia, Esposa bendita de tu mismo Hijo.
Acuérdate de tu misericordia, y olvidando su idolatría e infidelidad, haz que
ellos conozcan también al que enviaste, Jesucristo, tu Hijo, que es salvación,
vida y resurrección nuestra, por el cual somos libres y nos salvamos.
Oh Dios, que quisiste agregar a tu Iglesia
las naciones de las Indias por la predicación y por los milagros de San
Francisco Javier: concédenos que, ya que veneramos la gloria de sus insignes
merecimientos, imitemos, también los ejemplos de sus heroicas virtudes. Por
nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los
siglos. Amén.
Oración para la noche
Señor y Dios mío, te adoro y te doy gracias
por este día que concluye. Te agradezco infinitamente el inmenso don de
conocerte, de haber sido bautizado y ser miembro de tu Iglesia.
Te pido por los pobres, los abandonados, los
enfermos, los que no tienen siquiera un poco de cariño, especialmente por todos
aquellos que no te conocen.
Te ofrezco el descanso y todos los momentos
de esta noche y te ruego me conserves sin pecado. Te pido perdón por todas las
faltas que pude haber cometido a lo largo de este día. A ti encomiendo mi alma
y te entrego mi vida. Toma Señor mi cansancio y hazme reposar en tu presencia.
Amén.
Padre Nuestro Misionero
Padre nuestro que estás en el cielo... Creemos Señor, que eres nuestro
Padre porque nos lo ha revelado Jesús. Pero hay una multitud de hombres que
todavía ignoran el amor de tu corazón paternal y no saben rezarte la oración
que tu mismo Hijo nos enseñó.
Santificado sea tu nombre... en tu nombre está encerrado el
mensaje de tu amor y la historia de nuestra salvación. Anunciando a los pueblos tu paternidad, la
Iglesia misionera te hace conocer a Ti y a tu enviado Jesucristo.
Venga a nosotros tu Reino... porque sólo en tu Reino,
llegamos a ser hijos tuyos y hermanos entre nosotros. Tu Reino de paz, de fe y
caridad implantan los misioneros en el corazón de la humanidad.
Hágase tu voluntad... Conocerte a Ti, reconocerte en
Cristo y amarte en el Espíritu Santo es tu voluntad. Sálvanos, Padre, para que
podamos salvar a nuestros hermanos y se cumpla así el deseo de tu hijo:
"que haya un sólo rebaño y un sólo pastor".
Danos hoy nuestro pan de cada día. "No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" y este pan de tu palabra
el mundo lo reclama. Envía predicadores de tu Evangelio para saciar a la
multitud hambrienta y sedienta de justicia y amor.
Perdona nuestras ofensas... porque hemos pensado poco en
nuestro deber de llevar a los que no te conocen la fe que recibimos
gratuitamente. Perdónanos, Señor, porque no comprendemos todavía, la grandeza
de la misericordia hacia los más necesitados.
No nos dejes caer en la tentación...
de escandalizarnos, ni de desconfiar de tu providencia amorosa ante
aquellos que o creen, después de dos mil años de la muerte en la cruz de tu
hijo por nosotros.
Líbranos del mal...
de ser insensibles a las necesidades de los que aún no te conocen. De
este mal de la indiferencia, líbranos, Señor.
Amén.
Credo Misionero
CREO en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible y
quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
CREO en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios verdadero
engendrado por el Padre, que por nuestra salvación fue enviado al mundo como
misionero del Padre.
Y por obra del Espíritu Santo se
encarnó de María, la Virgen y se hizo hombre. Pasó por el mundo haciendo el
bien y anunciando a los hombres la Buena Noticia del Reino de Dios. Y por
nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato. Padeció y fue
sepultado, y resucitó al tercer día según las Escrituras. Antes de subir al
cielo, fundó su Iglesia como sacramento de salvación, y envió a los Apóstoles a
todo el mundo, para predicar el Evangelio a todos los hombres. Y subió al
cielo, y está sentado a la derecha del Padre, y de nuevo vendrá con gloria a
juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin.
CREO en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del
Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria y que
habló por los profetas. El es el protagonista de la misión, que guía e impulsa
a la Iglesia a cumplir con el mandato de evangelizar.
CREO en la Iglesia que es una, Santa, Católica y Apostólica, nacida de la
acción evangelizadora de Jesús y de los Doce, y enviada para prolongar y
continuar su misión hasta el fin de los tiempos.
CREO que evangelizar constituye la
dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe
para evangelizar. Que la misión de la Iglesia se halla todavía en los comienzos
y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio.
CONFIESO que hay un solo bautismo para el
perdón de los pecados
ESPERO la resurrección de los muertos y
la vida del mundo futuro .
Amén.
viernes, 8 de agosto de 2014
APUNTES CHARLES DE FOUCAULD
* Cuando creí en Dios, entendí que no podía hacer otra cosa sino vivir sólo para él por amor, puramente por amor rompe todos los vínculos que lo ataban al pasado para poder seguir al que ama y de quien se sabe amado.
* Mi único oficio es amar +san Juan de la Cruz
*Volvemos al Evangelio. Una sóla cosa es necesaria: Amar a Jesús, poner nuestros pasos en sus pasos, vivir su vida, pensar sus pensamientos, decir sus palabras, obrar su obras.
* Vive si tuvieras que morir martir, desea que sea hoy mismo.
* Si no vivimos el Evangelio, Jesús no vive en nosotros, porque en su continua lectura del Evangelio para conocer a su último modelo a su amado mira primero la palabra que Jesús pronuncia o el gesto que hace, luego examina cómo él vivió y finalmente ve cómo llevarlo él mismo a la vida. En el Evangelio encuentra la fuente de su conocimiento de Jesús de Nazareth con quien quiere vivir.
* La renovación de nuestra Iglesia es siempre un camino de conversión al Señor. Sólo en su luz y en su comunión esa Iglesia nuestra podrá llegar a ser el Sacramento de salvación y de liberación que los hombres de nuestro continente necesitan encontrar.
* La Iglesia aporta la dimenión comunitaria del retorno al Evangelio. La renovación de nuestra Iglesia implica la renovación de su misión y la pasión por el Reino. El verdadero amor es la fuerza de una evangelización auténtica y su gratuidad nos permite crecer como personas, es lo que deja tansparentar la acción del Padre. Y es este, y nadie más, quien construye realmente el reino. Se trata de creer realmente, tal como Jesús nos lo probó por la ofrenda de su vida, que el Reino se construye sólo se construye sólo por la fuerza del amor.
Yo soy tu hermano. En las huellas de Jesús de Nazareth. Fraternidades de Carlos de Foucauld. EP Lima Perú Federico Carrasquuilla y otros 1990.
Etiquetas:
Charles de Foucauld,
espiritualidad misionera
domingo, 17 de noviembre de 2013
EL CAMINO DE LA MISIÓN AD GENTES (IV)
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Puerto Guaranda Sucre y Puerto Venecia Achí Bolívar |
“Jesucristo es la Regla de la Misión”
san Vicente de Paúl
1.
¿Cuáles
son los retos de la misión donde vives?
2.
Posibles
soluciones o propuestas a dichos retos.
3.
¿Cuáles
son los desafíos de la Iglesia hoy?
4.
¿Cuál
es el perfil de misionero hoy?
Solución desde el contexto de la Diócesis de Magangué
1.- RETOS PARA LA MISION QUE NOS TOCA:
La
vocación esencial de la Iglesia es la misión; dada por el mismo Jesús en el
momento en que los congrega en las
afuera de la ciudad, Id, pues, y haced
discípulos a todas las gentes bautizándolas ene el nombre del Padre del Hijo y
del Espíritu Santo (Mt 28, 19), sus apóstoles y discípulos cabalmente
cumplieron ese mandato y a lo largo de la historia la Iglesia lo ha cumplido, pero con muchos inconvenientes, ella ha tenido que enfrentar muchos retos
para ir acorde a lo que el mundo le presenta. Esto lo expresan los obispos
latinoamericano en su ultima conferencia como vemos a continuación:
Desde la primera
evangelización hasta los tiempos
recientes, la Iglesia ha experimentado luces y sobras. Escribió paginas de
nuestra historia de gran sabiduría y santidad. Sufrió también tiempos
difíciles, tanto por acosos y persecuciones, como por las debilidades, compromisos mundanos e
incoherencias, en otras palabras, por el pecado de sus hijos que desdibujaron
la novedad del evangelio, la luminosidad
de la verdad y la práctica de la justicia y de la caridad. Sin embargo, lo más decisivo en la Iglesia es la acción santa
de su Señor. (cfr. Documento de
Aparecida N° 5).
La importancia de vivir la
vida de fe y ser parte de la Iglesia como algo central en la vida cotidiana, es
primordial para las comunidades, la cual genera en muchos miembros de la
comunidad una real experiencia de la presencia de Dios en la vida personal y en
la vida de nuestros pueblos.Aterrizando todo lo anterior a nuestra realidad
diocesana pensamos que los retos de la misión nuestra son:
Anunciar a Jesucristo en las
siguientes situaciones:
- Ø Pueblos con un sentido religioso pero con una falta de formación educativa.
- Ø Formar agentes de pastoral con sentido de pertenencia e identidad diocesana.
- Ø Comunidades que vivieron la violencia trayendo como consecuencia una descomposición social.
- Ø Crear consciencia en nuestros pueblos del cuidado y conservación del medio ambiente.
domingo, 13 de octubre de 2013
EL CAMINO DE LA MISIÓN AD GENTES (III)
ELEMENTOS MAGISTERIALES PARA LA MISIÓN
Evangelii Nuntiandi
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Liturgia de las Horas |
La
Buena Nueva debe ser proclamada en primer lugar, mediante el testimonio.
Supongamos un cristiano o un grupo de cristianos que, dentro de la comunidad
humana donde viven, manifiestan su capacidad de comprensión y de aceptación, su
comunión de vida y de destino con los demás, su solidaridad en los esfuerzos de
todos en cuanto existe de noble y bueno. Supongamos además que irradian de
manera sencilla y espontánea su fe en los valores que van más allá de los
valores corrientes, y su esperanza en algo que no se ve ni osarían soñar. A
través de este testimonio sin palabras, estos cristianos hacen plantearse, a
quienes contemplan su vida, interrogantes irresistibles: ¿Por qué son así? ¿Por
qué viven de esa manera? ¿Qué es o quién es el que los inspira? ¿Por qué están
con nosotros? Pues bien, este testimonio constituye ya de por sí una
proclamación silenciosa, pero también muy clara y eficaz, de la Buena Nueva.
Hay en ello un gesto inicial de evangelización. Surgirán otros interrogantes,
más profundos y más comprometedores, provocados por este testimonio que
comporta presencia, participación, solidaridad y que es un elemento esencial,
en general al primero absolutamente en la evangelización (EN 21).
Redemptoris Missio
¿Para qué
la misión? respondemos
con la fe y la esperanza de la Iglesia: abrirse al amor de Dios es la verdadera
liberación. En él, sólo en él, somos liberados de toda forma de alienación y
extravío, de la esclavitud del poder del pecado y de la muerte. Cristo es
verdaderamente « nuestra paz » (Ef 2,
14), y « el amor de Cristo nos apremia » (2
Cor 5, 14), dando sentido y alegría a nuestra vida. La misión es un problema de fe, es el índice exacto de nuestra fe
en Cristo y en su amor por nosotros. Nosotros sabemos que Jesús vino a traer la
salvación integral, que abarca al hombre entero y a todos los hombres,
abriéndoles a los admirables horizontes de la filiación divina. (RM 11, c-d)
¿Por qué la misión? Porque a nosotros, como a san Pablo, « se nos ha
concedido la gracia de anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de
Cristo » (Ef 3, 8). La novedad de
vida en él es la «Buena Nueva» para el hombre de todo tiempo: a ella han sido
llamados y destinados todos los hombres. De hecho, todos la buscan, aunque a
veces de manera confusa, y tienen el derecho a conocer el valor de este don y
la posibilidad de alcanzarlo. La Iglesia y, en ella, todo cristiano, no puede
esconder ni conservar para sí esta novedad y riqueza, recibidas de la divina
bondad para ser comunicadas a todos los hombres. He ahí por qué la misión,
además de provenir del mandato formal del Señor, deriva de la exigencia
profunda de la vida de Dios en nosotros. Quienes han sido incorporados a la
Iglesia han de considerarse privilegiados y, por ello, mayormente comprometidos
en testimoniar la fe y la vida cristiana como
servicio a los hermanos y respuesta debida a Dios, recordando que « su
excelente condición no deben atribuirla a los méritos propios sino a una gracia
singular de Cristo, no respondiendo a la cual con pensamiento, palabra y obra, lejos
de salvarse, serán juzgados con mayor severidad -LG 14-». (RM 11, e-f)
Aparecida
La
alegría que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos
como el Hijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los
hombres y mujeres heridos por las adversidades; deseamos que la alegría de la
buena noticia del Reino de Dios, de Jesucristo vencedor del pecado y de la
muerte, llegue a todos cuantos yacen al borde del camino, pidiendo limosna y
compasión (cf. Lc 10, 29-37; 18, 25-43). La alegría del discípulo es antídoto
frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado por la violencia y el
odio. La alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar egoísta sino
una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar
la buena noticia del amor de Dios. Conocer
a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo
encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a
conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo. DA 29
La
Iglesia debe cumplir su misión siguiendo los pasos de Jesús y adoptando sus
actitudes (cf. Mt 9, 35-36). Él, siendo el Señor, se hizo servidor y obediente
hasta la muerte de cruz (cf. Fil 2, 8); siendo rico, eligió ser pobre por
nosotros (cf. 2 Co 8, 9), enseñándonos el itinerario de nuestra vocación de
discípulos y misioneros.
En
el Evangelio aprendemos la sublime lección de ser pobres siguiendo a Jesús
pobre (cf. Lc 6, 20; 9, 58), y la de anunciar el Evangelio de la paz sin bolsa
ni alforja, sin poner nuestra confianza en el dinero ni en el poder de este
mundo (cf. Lc 10, 4 ss ). En la
generosidad de los misioneros se manifiesta la generosidad de Dios, en la
gratuidad de los apóstoles aparece la gratuidad del Evangelio.
Entre
las comunidades eclesiales, en las que viven y se forman los discípulos
misioneros de Jesucristo, sobresalen las Parroquias. Ellas son células vivas de
la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen
una experiencia concreta de Cristo y la comunión eclesial. Están llamadas a ser
casas y escuelas de comunión. Uno de los anhelos más grandes que se ha
expresado en las Iglesias de América Latina y El Caribe, con motivo de la
preparación de la V Conferencia General, es el de una valiente acción
renovadora de las Parroquias a fin de que sean de verdad espacios de la
iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la
diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo
comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya
existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los
proyectos pastorales y supra parroquiales y a las realidades circundantes
(EAm 41). (DA 170)
El
insuficiente número de sacerdotes y su no equitativa distribución imposibilitan
que muchas comunidades puedan participar regularmente en la celebración de la
Eucaristía. Recordando que la Eucaristía hace a la Iglesia, nos preocupa la
situación de miles de estas comunidades privadas de la Eucaristía dominical por
largos períodos de tiempo. A esto se añade la relativa escasez de vocaciones al
ministerio y a la vida consagrada. Falta espíritu misionero en miembros del
clero, incluso en su formación. Muchos católicos viven y mueren sin asistencia
de la Iglesia, a la que pertenecen por el bautismo. Se afrontan dificultades
para asumir el sostenimiento económico de las estructuras pastorales. Falta
solidaridad en la comunión de bienes al interior de las Iglesias locales y
entre ellas… Algunos movimientos eclesiales no siempre se integran adecuadamente en la pastoral
parroquial y diocesana; a su vez, algunas estructuras eclesiales no son
suficientemente abiertas para acogerlos. (DA 100 –e-)
La
conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral
de mera conservación a una pastoral decididamente misionera. Así será posible
que “el único programa del Evangelio siga introduciéndose en la historia de
cada comunidad eclesial”209 (NMI 12) con nuevo ardor misionero, haciendo que la
Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora,
una escuela permanente de comunión misionera. (DA 370)
Teniendo ya este referente,
de la experiencia cristiana desde la comunidad de origen, el pueblo de
procedencia en la Iglesia, pero con los condicionantes ya nombradas, en el
encuentro con mujeres y hombres que han sabido reconocer, vivir y transmitir la
vida del Dios de Jesucristo y que a través de su testimonio y su pastoral han
comunicado una manera de ser cristianos y de ser Iglesia-Pueblo de Dios,
conscientes y comprometidos, permite ir reconociendo e ir integrando en la vida
el seguimiento de Cristo, viviendo de manera responsable y comprometida el ser
de bautizados desde la participación, junto con otros y otras, en la Misión, y
ahora desde la experiencia que vivida como agentes misioneros desde nuestra
realidad eclesial, social, política, religiosa, educativa y pastoral.
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