La Evangelii Nuntiandi (EN 27) describe el contenido de la evangelización de la siguiente manera: “La evangelización debe contener siempre -como base, centro y a la vez culmen de su dinamismo- una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios... una salvación, que comienza ciertamente en esta vida, pero que tiene su cumplimiento en la eternidad”. La Redemptoris Missio (RM 11) añade: “Sabemos que Jesús vino a traer la salvación integral, que abarca al hombre entero y a todos los hombres, abriéndolos a los admirables horizontes de la filiación divina”. El mismo documento, centrándose en la actividad misionera de la Iglesia, afirma (RM 44): “El anuncio tiene la prioridad permanente en la misión... Todas las formas de la actividad misionera están orientadas hacia esta proclamación que revela e introduce al misterio escondido en los siglos y revelado en Cristo (cf. Ef 3, 3-9; Col 1, 25-29), el cual es el centro de la misión y de la vida de la Iglesia, como base de toda evangelización”.
Jesús anunció la venida del reino de Dios. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor (Lc 4, 18-19). La Buena Nueva que él predicó era la presencia de este Reino en su persona y en su ministerio, que tocaba a la persona humana en todas sus dimensiones de manera que pudiéramos llegar a ser una nueva creación. Pablo VI escribió en la Evangelii Nuntiandi (EN 9): Como núcleo y centro de su Buena Nueva, Jesús anuncia la salvación, ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, pero que es sobre todo liberación del pecado y del maligno. Este Reino, el reino de Dios en nuestras vidas, transforma el mundo mediante la verdad, la libertad, la justicia y el perdón, y apunta a un futuro no cumplido todavía.
La Iglesia, comunidad de los discípulos de Jesús, continúa su misión evangelizadora. La Iglesia no coincide exactamente con el reino, pero no puede ser separada de él. La Iglesia está ...al servicio del Reino (RM 20). Proclama la Buena Nueva del Reino de palabra y de obra, tal como lo hizo Jesús. El fin de su proclamación es que las gentes encuentren a Cristo. A través de este encuentro ellas llegan a la plenitud de vida.
La proclamación del Reino implica la comunicación. La Buena Nueva puede comunicarse de muy diferentes modos, como Pablo VI hizo notar en la Evangelii Nuntiandi. Un medio frecuente es la comunicación verbal: la predicación, la catequesis, las obras de educación, el diálogo sobre las Escrituras, la reflexión teológica. Los medios modernos de comunicación ofrecen una variedad de instrumentos: radio, televisión, internet, libros, periódicos, revistas.
Pero la proclamación también se realiza de forma no verbal. Los sacramentos y sacramentales juegan en ello un papel esencial. Las artes (pintura, escultura, música, danza, cine, teatro y arquitectura) son otras maneras de comunicar el mensaje de Jesús.
El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías (RM 42). La evangelización, un proceso que empieza con la proclamación, inicia un camino de vida en el cual son practicados los valores del Evangelio. El mensaje predicado se convierte en un mensaje vivido, en un camino de vida que da testimonio de la Buena Nueva. Las maneras en las que el Evangelio puede traducirse en acción cristiana son ilimitadas. Las obras de caridad, la lucha por la justicia, la promoción de los derechos humanos, la construcción de la comunidad y los proyectos para el desarrollo humano son sólo algunas de estas posibilidades.
En orden a llevar a cabo la misión evangelizadora de la Iglesia la Redemptoris Missio contempla tres situaciones. La primera es la de las misiones ad gentes. Estrictamente hablando, las misiones ad gentes son aquellas en las que se predica el Evangelio a los que nunca lo han oído. Se la llama, a veces, primera evangelización. La segunda situación es la evangelización de regiones donde la comunidad cristiana ya está establecida, pero necesita ser fortalecida. La tercera es la situación de los pueblos de larga tradición cristiana, en los que, sin embargo, muchos nunca se han confrontado seriamente con la Buena Nueva. En este tercer contexto, Juan Pablo II habla de la necesidad de una nueva evangelización: nueva en su ardor, nueva en sus métodos, nueva en su expresión. La Redemptoris Missio, a la vez que describe estas tres diferentes situaciones, hace notar que, en la práctica, con frecuencia es difícil mantener claramente tales distinciones.
El texto anterior es tan solo un aparte de la Ratio Missionum de la Congregación de la misión. para verlo completo ir al enlace de la revista Vincentiana en al página www.famvin.org.
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